POESÍA NÚM.0037.15 ¡QUÉ MUJER!
Volver a encontrarme con esa mujer, solo sería por una de las casualidades que
ocurren cada cinco millones de veces.
Imagen: no es ella.
¡QUE MUJER!
Alta. Lo preciso.
dos piezas negras, su atuendo:
pantaloncito muy corto, sin apreturas.
Suéter generoso, no muy ceñido.
Sus piernas, largas, preciosas.
Pocas ví tan bien formadas...
Las contemplé, admiré con placer.
Deseé acariciarlas, besarlas, sentirlas.
Calzaba sandalias trenzadas.
De calidad, bonitas,
que apenas cubrían, con gracia,
hermosos pies, armonía perfecta.
Las uñas de sus deditos
equilibrados, sin diferencias,
pintadas de rosa llamativo,
parterre babilónico ambulante parecían.
Ascendiendo al paraíso de su cara,
antes advertí unos senos
que se me antojaron turgentes,
hermosos, deseados, sin explorar.
Su faz, beauté sauvage,
universo de contrastes, musicalidad.
Ojos negros de indolente mirada
perdída, soñadora, gozosa.
Su boca, que codicie con pasión,
ni era grande ni diminuta, solo perfecta.
Labio superior grueso, cadencioso.
Aprecié placer en sus besos.
Su pelo negro, corto, escarolado,
daba al conjunto de su semblante
aire de Diosa inalcanzable, intocable.
Me pregunté si soñaba, si estaba allí.
Mis palabras quedan cortas, pobres.
No definen en su justa medida
tal portento de belleza, de altivez...
Intentar definirla, es perderse en tinieblas.
Quise ser suyo sin condiciones,
sin pedir nada a cambio.
¿Qué se le puede pedir
a una Deidad distante, ¡inalcanzable!?
Madrid a 6 de Julio de 2.015 (19, 21 p.m. local)
Escrita por,
Tony Garal.
También en Facebook como Tony Garal y Twitter: @TonyGaral
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